martes, 12 de febrero de 2013

El puente de los asesinos. Arturo Perez Reverte.

Alatriste ha vuelto, y esta vez no tendrá piedad con sus enemigos, pues la consigna es sobrevivir a cualquier precio ya que la nueva intriga a la que se enfrentara promete ser la más difícil y ardua en la que ha arriesgado su piel y la de su querido amigo Iñigo Balboa. Para una misión suicida se requiere a una persona especial, un espadachin experimentado a sueldo que, unicamente, con su mirada glauca al mismisimo Diablo. Alatriste y los suyos parecen tener algún descanso en el remanso de los tercios, en Nápoles. Alli se encuentran con un antiguo amigo venido de la mismisima capital del Imperio que les encomienda una misión altamente suicida... matar al dogo de la Serenisima en la Misa del Gallo, es decir en el preciso día de Navidad de 1627. Parece ser un golpe de mano a la española para asegurar el reino de Venecia a las armas españolas, y por otro promete vengar en antigua conjuración, la de Osuna, acabó en desastre y traicion... pero, y pronto lo descubririá Diego Alatriste, no es oro todo lo que reluce y aquella donna veneciana, aquella rica dama de oro y joyas se convertirá pronto en una ratonera donde incluso amigos y antiguos enemigos han de colaborar espada con espada. El lema principal de Diego Alatriste es decir son soldados, en este caso un autentico comando de la época, que solo se rigen por dos leyes: uno, cumplir las ordenes recibidas sin cuestionar y, dos en caso de que la misión sea abortada luchar por sobrevivir. No pensar, actuar. Tu rey es tu rey. Hay una presencia en esta historia que cubre a todos los personajes. No es una persona, es la misma ciudad de Venecia que si en un principio al mismo Iñigo le parece una autentica cueva de Alí Baba pronto se dará cuenta que es la ciudad más peligrosa que ha conocido. Rica, endogámica, angila que se aprovecha de las desventuras y venturas de los demas reinos, y que no tiene reparo ni verguenza en aliarse con cristianos o infieles para conseguir todas las riquezas posibles, Venecia es un ente vivo que acaba entre sus estrechas calles con cualquiera que se atreva a levantar la mano contra el mismísimo León de San Marcos, engullendolo a base de esrridizoa cuchillos, sicarios enviados por el Consejo de Los Diez, y arrastrandolo a los tristes destinos de sus cárceles como la del Plomo en donde a uno lo estiran como guitarra jerezana y lo ahogan con más ansia que a Cristo en la Cruz. El autor nos habla de la presencia española en la bota Itálica centandose sobre todo en la zona de Milán, plaza española esencial y fraguada de Vulcano en donde se forja la gran ferretería bélica en donde once tercios están siempre dispuestos a la lucha manteniendo fuerte cerrojo a los franceses en el norte; y tambien otras más pequeñas como son la imprescindible Valtelina, esencial para el camino Español o las luchas politicas con los territorios de Mantua o con la zona del Véneto representado por la escurridiza Venecia.

1 comentario:

  1. Muy bien, Juan Ramón, a medida que escribes más vas mejorando la escritura, la puntuación y la expresión.
    Espero que siga mejorando y leyendo, pues la lectura es un universo inagotable de vivencias y emociones.
    Un saludo.

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